Tras el reinicio en la comunicación en este blog, tras un paréntesis personal, y continuando con lo que os he comentado en mi último escrito, he pensado que habría que partir de algo que nos dé ideas, caminos por los que comenzar a buscar nuestro nuevo rumbo, y dar soluciones a nuestros problemas actuales, lo que hablando con mi intelectual favorito, llegué a la conclusión que deberíamos remontarnos a un momento de la historia que sería interesante y hasta curioso recordar y profundizar, es el denominado "Siglo de las Luces", siendo su orígen de los racionalistas.
Sobre las suposiciones y creencias básicas comunes a filósofos pensadores de este periodo, quizá lo más importante fue una fe constante en el poder de la razón humana, ¿verdad que para comenzar no está nada mal?, pues bien, además se pensó que con un uso juicios de la razón, se podría conseguir un progreso sin límites, en conocimientos, en logros técnicos y también y muy importante (por lo menos en estos momentos nustros de la historia), consecuencias en valores morales. ¿Verdad que todo esto nos suena a algo cercano?, pues bien, además los filósofos de la época que ya mencionaré, pensaban que el conocimiento no es innato en el hombre, sino resultado de la experiencia y la observación, ambas guiadas por la razón, fundamentalmetne a través de una educación apropiada. y se daba una gran importancia a la observación de la naturaleza como medio de descubrir la verdad. La Ilustración era en suma una actitud, una forma de pensar, más que un conjunto de ideas .(Suena muy bien ¿verdad?).
Con respecto a la religión,se optó por una forma de deísmo (en palabras sencillas: un deísta es aquel que se inclina a creer en la existencia de algún ser superior, pero no practica ninguna religión), es decir, que acepta la existencia y la naturaleza de Dios a través de la razón y la experiencia personal . (Pero no la prohibían, ni la atacaban para destruirla, se dejaba que cada indivíduo razonara y decidiera por sí mismo, sin que ello implicase ser mejor o peor ciudadano, esto si es respeto al hombre.
La lustración claro está, se vivió con más o menos intensidad o relevancia dependiendo del país del que hablemos, pero comenzaremos con el nuestro, y luego iremos desarrollando su influencia en el resto del mundo.
Reinaba entonces Carlos III, el llamado "rey ilustrado","El Político". Hijo de Felipe V y su segunda esposa, Isabel de Farnesio. Realizó importantes cambios sin quebrar el orden social, político y económico básico, con la ayuda de un equipo de ministros y colaboradores ilustrados (lo mismo que nuestro gobierno Zapateril ¿verdad?), tales como El Marqués de Esquilache, Aranda, Campomanes, Floridablanca, Wall y Grimaldi.
En 1783 Carlos III promulgó la Pragmática que recoge los siguientes aspectos:1. Los gitanos son ciudadanos españoles.
2. Debe dejarse de decir gitano, ya que todos los ciudadanos son iguales. Se sustituye la palabra «gitano» por «castellano nuevo».
3. Los niños deben ir a la escuela a partir de los 4 años.
4. Los gitanos son libres de fijar su residencia.
5. Los gitanos pueden emplearse o trabajar en cualquier actividad.
6. Los gitanos tienen derecho a asilo y atención a sus enfermos.
7. Los gremios que impidan la entrada o se opongan a la residencia de los gitanos serán penalizados.
8. Se imponen penas a los que obstaculicen la integración de los gitanos.
Sin embargo, para que el gitano pueda disfrutar de estas igualdades, debe cumplir unas condiciones:
• Abandonar su forma de vestir.
• No usar su lengua (el caló) en público.
• Asentarse y abandonar la vida errante.
Curiosamente no solo hay derechos para los indivíduos, sino también obligaciones, es algo que no puede ser más razonable y sensato, llegando por tanto a ser mas justo socialmente.
Pero sigamos con las reformas del Monarca, las denominadas de Esquilache. Nombró al marqués de Esquilache Secretario de Hacienda. Éste incorporó señoríos a la Corona, controló a los sectores eclesiásticos y reorganizó las Fuerzas Armadas. Su programa de reformas y la intervención española en la Guerra de los Siete Años necesitaron más ingresos, que se consiguieron con un aumento de la presión fiscal y nuevas fórmulas, como la creación de la Lotería Nacional. Al mismo tiempo liberalizó el comercio de los cereales, lo que originó una subida de los precios de los productos de primera necesidad a causa de las especulaciones de los acaparadores y de las malas cosechas de los últimos años.
En marzo de 1766 se produjo el Motín de Esquilache. Su detonante fue la orden de cambiar la capa larga y el sombrero de ala ancha de los madrileños por la capa corta y el sombrero de tres picos. La manipulación realizada por sectores nobiliarios y eclesiásticos lo convirtió en un ataque directo a la política reformista llevada a cabo por ministros extranjeros del gobierno del Rey. De Madrid, se trasladó a las provincias afectando a ciudades como Cuenca, Zaragoza, La Coruña, Oviedo, Santander, Bilbao, Barcelona, Cádiz y Cartagena entre otras muchas. El aglutinador común fue la protesta por la escasez y el alza de los precios de los alimentos ocasionados por la liberalización comercial. (Todo esto nos suena ¿verdad?).
Los amotinados exigieron la reducción del precio de los alimentos y la supresión de la Junta de Abastos, la derogación de la orden sobre la vestimenta, el cese de ministros extranjeros de Carlos III y su sustitución por españoles y un perdón general. El Monarca desterró a Esquilache y nombró en su lugar al conde de Aranda.
Desaparecidos los ministros extranjeros, el Rey se apoyó en los reformistas españoles, como Pedro Rodríguez de Campomanes, el conde de Aranda o el conde de Floridablanca. Campomanes, nombrado fiscal del Consejo de Castilla, trató de demostrar que los verdaderos inductores del motín de Esquilache habían sido los jesuitas. Se nombró una comisión de investigación y sus principales acusaciones fueron:
• Sus grandes riquezas.
• El control de los nombramientos y de la política eclesiástica.
• Su apoyo al Papa.
• Su lealtad al marqués de la Ensenada.
• Su participación en los asuntos de Paraguay.
• Su intervención en el dicho motín.
Sectores de la nobleza y diversas órdenes religiosas estuvieron claramente en contra. Por todo ello, mediante el decreto real del 27 de febrero de 1767, se les expulsó de España y todos sus dominios y posesiones fueron confiscados.
La expulsión de los jesuitas se quiso aprovechar para realizar una reforma de la enseñanza que debía fundamentarse en las disciplinas científicas y en la investigación. Sometió las universidades al patronazgo real y creó en Madrid los Estudios de San Isidro (1770), como centro moderno de enseñanza media destinado a servir de modelo, y también las Escuelas de Artes y Oficios, que han perdurado hasta el siglo XX (cuando pasaron a llamarse Escuelas de Formación Profesional, EFP). Las propiedades de los jesuitas sirvieron para crear nuevos centros de enseñanza y residencias universitarias. Sus riquezas, para beneficiar a los sectores más necesitados, se destinaron a la creación de hospitales y hospicios.
Promovió un nuevo plan de Estudios Universitarios, que fue duramente contestado por la Universidad de Salamanca, proponiendo un plan propio, que a la postre fue implantado años después.
El impulso hacia la reforma de la agricultura durante el reinado de Carlos III vino de mano de las Sociedades Económicas de Amigos del País creadas por su ministro José de Gálvez. Campomanes, influido por la fisiocracia centró su atención en los problemas de la agricultura. En su Tratado de la Regalía de la Amortización, defendió la importancia de ésta para conseguir el bienestar del Estado y de los ciudadanos y la necesidad de una distribución más equitativa de la tierra.
En 1787, Campomanes elaboró un proyecto de repoblación de las zonas deshabitadas de las tierras de realengo de Sierra Morena y del valle medio del Guadalquivir. Para ello, y supervisado por Pablo de Olavide, intendente real de Andalucía, se trajeron inmigrantes centroeuropeos. Se trataba principalmente de alemanes y flamencos católicos, para fomentar la agricultura y la industria en una zona despoblada y amenazada por el bandolerismo. El proyecto fue financiado por el Estado. Se fundaron así nuevos asentamientos, como La Carolina, La Carlota o La Luisiana, en las actuales provincias de Jaén, Córdoba y Sevilla.
Se reorganizó el ejército, al que dotó de unas Ordenanzas en 1768 destinadas a perdurar hasta el siglo XX, y se impulsó el comercio colonial formando compañías, como la de Filipinas, y liberalizando el comercio con América en 1778. También destaca el Decreto de libre comercio de granos de 1765.
Otras medidas reformistas del reinado fueron la creación del Banco de San Carlos, en 1782, y la construcción de obras públicas, como el Canal Imperial de Aragón y un plan de caminos reales de carácter radial, con origen en Madrid y destino a Valencia, Andalucía, Cataluña y Galicia.
Cuando el rey murió en 1788, terminó la historia del reformismo ilustrado en España, pues el estallido casi inmediato de la Revolución francesa al año siguiente provocó una reacción de terror que convirtió el reinado de su hijo y sucesor, Carlos IV, en un periodo mucho más conservador. En seguida, la invasión francesa arrastraría al país a un ciclo de revolución y reacción que marcaría el siglo siguiente, sin dejar espacio para continuar un reformismo sereno como el que había desarrollado Carlos III.
Por hoy nada más, seguiremos mañana con la Ilustración en Francia, que ya os anticipo que fué el país más sobresaliente en el desarrollo de estas ideas y con el mayor número de propagandistas de las mismas.